IMF Blog IMF Blog

Las finanzas públicas mejoran, pero no del todo

(Versión en English)

Últimamente ha habido una racha de buenas noticias en el ámbito económico. ¿Eso significa que las finanzas públicas por fin superaron lo peor? De acuerdo con la última edición del informe Monitor Fiscal, todavía no: la deuda pública se mantiene en un nivel elevado y la recuperación es desigual.

Empecemos por lo bueno. El déficit promedio de las economías avanzadas se ha reducido a la mitad de los máximos registrados en 2009. El coeficiente de endeudamiento promedio se está estabilizando. El crecimiento se está afianzando en Estados Unidos y se hace sentir nuevamente en la zona del euro; además, seguramente lo beneficiará la disminución del ritmo de consolidación de este año. Los mercados emergentes y los países en desarrollo han conservado la capacidad de resistencia, en parte gracias a la solidez de las políticas adoptadas en el período previo a la crisis. El anuncio del retiro paulatino del estímulo monetario estadounidense sacudió a algunos, pero no seriamente.

Aun así, queda por hacer. El coeficiente de endeudamiento promedio de las economías avanzadas está disminuyendo poco a poco, pero aún se encuentra en máximos históricos, y proyectamos que se mantendrá por encima de 100% del PIB llegado 2019 (gráfico 1). La recuperación aún es vulnerable a varios riesgos a la baja, entre ellos los generados por la falta de planes de política claros en algunas economías grandes. Los recientes estallidos de turbulencia financiera han suscitado la inquietud de que la disminución prevista de la liquidez a escala internacional deje a los países emergentes y de bajo ingreso expuestos a los vaivenes de la actitud de los inversionistas y a una dinámica de la deuda menos favorable.

Los países afrontan riesgos variados

En Japón, por ejemplo, la aprobación de la segunda etapa del aumento de la tasa del impuesto sobre el consumo, programada para el próximo año, sigue siendo incierta, y el gobierno aún no ha anunciado una estrategia fiscal a mediano plazo más allá de 2015. En Estados Unidos, el acuerdo presupuestario bipartidista ha disipado sustancialmente las incertidumbres a corto plazo, pero los legisladores aún no han concertado un plan exhaustivo a mediano plazo para darles a la deuda y a las finanzas públicas un fundamento sustentable. Y en la zona del euro no se han eliminado del todo los riesgos fiscales originados en el sector bancario, y la posibilidad de un período prolongado de crecimiento subóptimo preocupa cada vez más.

Los países de mercados emergentes y en desarrollo también son fiscalmente vulnerables, pero no todos en igual medida. La acumulación paulatina de desequilibrios fiscales y externos, sumada a factores estructurales, significa que muchos serán vulnerables a un deterioro del entorno mundial.

En particular, las tenencias de deuda en moneda local en manos de no residentes han aumentado a más del doble desde 2009 en las economías de mercados emergentes, y representan una proporción considerable de la deuda de Hungría, Sudáfrica y Malasia (gráfico 2). Si bien esta situación constituye un hecho positivo para la profundización de los mercados nacionales y el desarrollo financiero en general, no está exenta de riesgos. Las elevadas tenencias de deuda en moneda local en manos de no residentes refuerzan los vínculos entre las condiciones de los mercados internacionales y los mercados nacionales, y significan que la demanda de bonos públicos por parte de no residentes es más sensible a las condiciones de cada país, como ser la inflación del país.

Las cuentas fiscales de otros grupos también están comenzando a sentir presión. En los países de bajo ingreso, por ejemplo, los saldos fiscales han desmejorado en 3 puntos porcentuales, aproximadamente, respecto del período previo a la crisis. En economías de frontera como Ghana, Honduras y Zambia, ha aumentado la deuda, pero no la inversión. El ambiente externo también se está tornando mucho menos propicio. Muchas economías de bajo ingreso prevén que las caídas proyectadas de los precios de las materias primas y los flujos de ayuda de donantes tendrán un impacto significativo en el presupuesto.

Trazar el rumbo de la política fiscal

• Las economías avanzadas deberían elaborar planes a mediano plazo creíbles y generadores de crecimiento a fin de encauzar la deuda por una trayectoria descendente firme. En caso de que se concreten los riesgos a la baja para la recuperación, y en la medida en que lo permita el financiamiento, deberían dejar que entraran en acción los estabilizadores automáticos. Y si el crecimiento se mantuviera bajo durante un período prolongado, deberían considerarse medidas para estimular el crecimiento potencial.

• Los mercados emergentes y los países de bajo ingreso deberían reponer los márgenes de maniobra fiscales para protegerse de la turbulencia de los mercados o los shocks externos adversos, particularmente en el caso de los países que actualmente se encuentran más expuestos a los cambios de actitud de los inversionistas.

Las políticas encaminadas a recortar la deuda y los déficits públicos deben tener en cuenta las presiones a más largo plazo que pesarán sobre las finanzas públicas. Los factores económicos sugieren que las presiones de gasto, ya en alza en muchos países, seguirán agudizándose durante las décadas venideras.

De hecho, a medida que crece la prosperidad de los países, tanto la demanda de bienes y servicios públicos como el costo de suministrarlos aumenta en relación con otros bienes y servicios producidos por la economía. Según las proyecciones, el envejecimiento de la población se sumará a esa coyuntura, encareciendo la atención de la salud y las pensiones. A este respecto, será tan importante como oportuno reorientar el ajuste fiscal de las economías avanzadas hacia medidas vinculadas al gasto. Tarde o temprano, en las economías de mercados emergentes y en desarrollo también habrá que hacer frente a esas presiones, a través de una reforma del gasto.